La
Plaza de España constituyó el proyecto más emblemático de la
Exposición
Iberoamericana
del año 1929,
fue proyectada por el arquitecto sevillano Aníbal
González,
que también era arquitecto director del evento expositivo, fue
ayudado por un buen conjunto de colaboradores, entre los que se
encontraban el ingeniero José Luis de Casso y el arquitecto Aurelio
Gómez Millán.[1]
Las obras de construcción comenzaron en el año 1914,
resultando el proyecto más ambicioso y costoso de la Exposición,
llegando a trabajar en su construcción mil hombres al mismo tiempo,
puede resultar asombroso, cómo una ciudad en situación económica
difícil en esos años, se embarcó en un proyecto de semejante
magnitud. Algunos aspectos del proyecto suscitaron algunos rechazos,
la Academia de Bellas Artes se opuso a la altura prevista de las dos
torres que podían rivalizar con la Giralda y Forestier,
diseñador del Parque
de María Luisa
rechazaba la construcción de la ría que rodea la plaza, para una
ciudad con gran escasez de agua como Sevilla.[2]
En 1926, tras la dimisión de Aníbal González de su cargo de
director de la Exposición, asume la finalización del proyecto el
arquitecto , que terminó los cerramientos del recinto y añadió la
fuente del centro de la Plaza.
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